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23º Día del mes del cuervo
Año común 632

A mi gran y magnífico señor, rey Ragnar, de su leal primo Lord Ironfist, saludos.

Han pasado treinta días desde que crucé por la misteriosa apertura que apareció en las colinas de Varnal y me encontré de repente en esa tierra misteriosa y desconocida. Quisiera, querido primo, a través de esta carta, disipar esos feos rumores sobre mi persona, que me temo hayas llegado a creer.

Quedé profundamente afectado, querido primo, por el intento del mago Guthbert de asesinarte. He oído decir, que en la sala de torturas, poco después de que le hubieras hecho arrancar los brazos, gritó que había sido yo el que le había pagado. Querido primo, estoy muy dolido al haber tenido noticias de que le creíste. Ya sabes que mi lealtad hacia tu persona es inquebrantable. A pesar de que pediste la mano de la dulce Ewine para que fuera tu reina, y de que yo la amaba profundamente, no hay razón para que creas que te deseo mal. Ese malvado Guthbert debió de falsificar mi firma en la carta que encontrasteis en sus aposentos. En cuanto a la bolsa de oro que contiene mi sello, no tengo ni idea de cómo llegó a manos de Guthbert. Creo que algún oscuro enemigo debió dejarla allí para poder acusarme a mí de tan horrendo crimen.

Por favor, me tienes que creer.

Quedé muy decepcionado al tener noticias de que habías mandado a tus barones a detenerme. Estoy muy dolido cuando oigo decir que huí como un cobarde a las colinas de Varnal para escaparme de tu justicia. Solo iba a cazar, querido primo. Un viaje inocente para escapar del calor del verano, acompañado por algunos fieles sirvientes. El hecho de que me lleve las joyas de la familia conmigo fue simplemente para tenerlas a buen recaudo, ya que siempre hay problemas con el robo por parte de los sirvientes cuando sus señores no están.

Como logré llegar a esta extraña tierra sigue siendo un misterio, incluso para mí. Mientras me paseaba por las colinas, yo y algunos de mis acompañantes, llegamos a un estrecho desfiladero en los mismos confines de tu reino. Al entrar en el desfiladero, nos iluminó una extraña luz durante unos momentos. Nos dimos la vuelta para volver por donde habíamos venido, pero una barrera invisible nos lo impidió. Todos nuestros esfuerzos por franquearla resultaron inútiles.

Por lo tanto, seguimos camino, saliendo de las colinas hacia una extraña tierra desconocida. Todo parecía diferente en este nuevo sitio. El sol no es rojo como en nuestra tierra, sino mas bien amarillento. Parece que los objetos no caen tan rápidos cuando se sueltan, y que el aire es más húmedo.

Anduvimos errando durante muchos días, y no encontramos ni rastro de columnas que marcaran fronteras, ni de reyes ni leyes. Todo era salvaje, sin que hubiera sido tocado por la mano de los pensantes.

Evidentemente, querido primo, me di cuenta inmediatamente de que aquí había una oportunidad para ampliar tus dominios, y para ti, mayores honores y tesoros. Por eso, he erigido postes fronterizos y he ondeado tu bandera para tomar posesión, en tu nombre, de todas esas tierras hasta donde alcanza la vista. Te ruego que aceptes esto como seña de mi lealtad familiar y que ignores los falsos rumores sobre antiguos acontecimientos.

Mi querido primo y señor, tras haber andado durante muchos días, pensé que lo más apropiado sería volver por el desfiladero e informarte de mis grandes descubrimientos en tu nombre. Quería traerte personalmente informes sobre mi descubrimiento, antes de que lo pudieran hacer otros barones. Pero, mi señor, la cancela misteriosa seguía infranqueable y no pude pasar por allí. Por lo tanto he mandado construir una columna a su lado, y probar que estoy a tu servicio y estoy ampliando tus dominios. Te mantendré informado del progreso en mi servicio para tu eterna gloria.

Te ruego extiendas mis más humildes respetos a la bella, dulce y preciosa reina Ewine. Dile que debido a mi lealtad hacia ti, pienso en ella cada mañana y cada noche, y le deseo mucha felicidad a tu lado. Fielmente, Ironfist.