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Cartas de Lord Ironfist

Carta 2



4º día del mes de la libélula
Año común 632

Mi querido Señor, rey Ragnar.

Hace ya más de un mes desde que mi última carta fue colocada al lado de aquella misteriosa cancela. Allí sigue esperando mi sirviente más fiel con la esperanza de que se disipe la barrera que impide nuestro retorno, y que él pueda llevarte personalmente mis pronunciamientos de fidelidad y las noticias sobre tus crecientes dominios. He trasladado mi cuartel general desde las colinas una docena de leguas hasta un precioso valle lleno de caza, grandes árboles y claros arroyos.

Es un sitio curioso, y al principio pensé que estas tierras estaban libres de todos aquellos que andan erguidos y pueden hablar. Durante varios días estuve pensando cómo actuar. Me preguntaba si todo a mi alrededor estaba igual que esto. Finalmente, al séptimo día de nuestra llegada al valle, un campesino errante llegó por el bosque, y pensé que, por fin, llegaba tu primer nuevo sujeto.

Intenté ponerle a trabajar cortando árboles para que pudiera plantar trigo para hacerme pan, pero era recalcitrante, como la mayoría de los campesinos. Finalmente, decidí que no tenía más remedio que rebajarme a hablar largo y tendido con él. Teníamos entonces un grave problema. Mis acompañantes, siendo soldados, no podían ser obligados a trabajar, y nuestro campesino se negaba a trabajar. Aunque quise pasarle por las armas, me daba cuenta que podríamos morir de hambre cuando llegue el invierno, suponiendo que aquí haya invierno, si no llegábamos a un acuerdo con el.

Le pregunté donde estaban las personas y las criaturas que necesitaba para servirme. Regateó largo y tendido para revelar el secreto, algo que no me gustó nada. Finalmente acordé pagarle si me contaba los secretos de este lugar y me revelaba algún sistema para traer a aquellos que me servirían. Entonces me dio esta extraña respuesta:
“Si lo construye Vd; vendrán”.

Me enfadé mucho con tal estupidez, y me preparaba para matarle cuando me explicó.

El día siguiente puse al campesino y a mis hombres a construir chozas. Me llevó un buen rato convencer a mis hombres que eso no era labor de campesinos, sino que era parecido a cuando tenían que construir cobertizos en los campamentos. Incluso con una explicación tan lógica, muchos no querían trabajar por debajo de su posición. Finalmente tuve que comprarles con algunas de mis joyas para convencerles de la dignidad de lo que tenían que hacer.

A la mañana siguiente, estaban terminadas las chozas, Me desperté al llegar una delegación de campesinos que querían ocupar las casas que se habían construido.

Lo estuve pensando bastante antes de dignarme hablar con ellos. Les expliqué que dado que iban a vivir sobre unas tierras que yo había tomado, y en unas chozas que yo les había hecho, me debían su lealtad como señor del lugar. Deberían cultivar la tierra, pagarme el diezmo, y los hombres tendrían que servirme en tiempo de guerra. A cambio, les ofrecería la protección de mi espada. Aceptaron de inmediato. Se hicieron unas marcas sobre unos pergaminos, y se selló el acuerdo. Los campesinos se instalaron ese mismo día, y empezaron a trabajar.

Esto me hizo pensar, y le pedí a mi astuto campesino que me diera más consejos.

Hice lo que dijo, y el día siguiente puse a mis hombres a construir chozas de paja y chozas de pelos. Esto me costó más sobornos, pero eso quedó compensado en cierta medida cuando insistí que los campesinos me pagaran, aunque fueran sólo unas monedas. Las chozas de palos y de paja se completaron al fin, y a mi enorme sorpresa salieron orcs y trasgos de los bosques, dispuestos a servirme a cambio de una vivienda. Hicimos el mismo acuerdo que en el caso de los campesinos.

Francamente, mi querido primo y señor, estos parecen ser alocadas criaturas que necesitan un líder y héroe que les proporcione sitios donde vivir. No parecen poder auto-abastecerse en absoluto, sino que esperan que algún tipo de señor les proporcione todo. Les oí decir que tal cosa era su derecho, y que su gobernante debía proporcionarles de todo. Se lo di de inmediato, y les convencí que yo soy su líder que lo sabe todo. Ahora son míos y puedo utilizarlos como me plazca, puesto que temen perder lo que les he dado.

Por lo tanto he empezado la construcción de un pueblo, que estamos pensando nombrar en tu honor. Mi única duda es si tendrá tamaño suficiente para hacer honor a dicho nombre. Para cubrirme, he pensado usar el apellido de la familia, por lo que si el pueblo fracasara, todos pensarían que el nombre era de tu humilde siervo. Ha costado mucho arrancarlo, pero ahora ya empieza a entrar una pequeña pero constante cantidad de dinero. Esto es debido a que estas criaturas tienen monedas en los bolsillos, aunque me pregunto quien estará fabricando las monedas.

Seguiré construyendo todo tipo de estructuras y veré que más se puede hacer.

Te ruego extiendas a lady Ewine mis más cálidos saludos, y dile que tengo agradables memorias de los tiempos que estuve en su compañía.
Ella ya sabrá a lo que me refiero.