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Tras recibir la noticia de la muerte de su padre, Catherine
Ironfist, reina de Enroth y ahora también de Erathia, regresaba en barco
a su lugar natal para atender los oficios funerarios, dejando atrás a
su esposo Roland (protagonista de la entrega anterior de la saga) y su hijo
Nicolai.
Temiéndose lo peor a raíz de los rumores acerca de una guerra
se hizo acompañar por su guardia personal, y su sexto sentido no le falló
en absoluto, pues al llegar a la costa de Erathia, Catherine encontró
una Torre de magos aliada completamente destruida y abandonada. No halló
ninguna señal de vida en las cercanías.
Allí mismo se dio cuenta de que su reino estaba siendo invadido por ejércitos
enemigos que tiempo atrás consiguió expulsar.
Reuniendo el ejército de las ciudades costeras que fue liberando en su
llegada, Catherine se dirigió a la capital de Erathia con la intención
de restaurar su tierra natal y de curar todas las heridas abiertas en el curso
de la guerra.
Tras reconquistar Erathia, la reina descubre que su padre no ha muerto por causas
naturales, sino que ha sido envenenado. A partir de ahora, su misión
como única gobernadora de Erathia es clara: arreglar todo el caos producido
por sus enemigos, y encontrar al asesino de su progenitor.