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Cartas de Lord Ironfist

Carta 5



3er día del mes de la mangosta
Año común 638

Ragnar,

Han pasado tres años desde mi última nota, y no he tenido noticias tuyas. Me pregunto si tienes noticias de mi existencia aquí en este reino y no deseas contestar. La factura de mis gastos de arranque sigue sin pagarse, por lo que te adjunto una copia por si el original no te hubiera llegado.

He tenido que pelear en tres largas y arduas campañas desde que te escribí la última vez. Al salir del primer pueblo que había capturado, pasé por extrañas tierras llenas de montañas, desiertos, ciénagas y profundos bosques. Hubo que enfrentarse con muchas criaturas, algunas de gran fuerza, algunas que querían unirse a mis tropas, algunas a pelarse con nosotros. Los huesos de aquellos que se interpusieron en mi camino yacen ahora bajo el sol.

Tras muchas vueltas, me tuve que enfrentar a un ejército enemigo que había salido a matarme, y tuve una difícil y ardua batalla con ellos, perdiendo más de la mitad de mis fuerzas en el empeño. Finalmente, gané en combate mano a mano al héroe que lideraba la fuerza enemiga y le hice prisionero. Poco después, recibí una carta de su señor, ofreciéndome un rescate, que tuve que desechar dada la ridícula cantidad que ofrecía. A continuación recibí otra oferta, mucho más interesante, y acordé quedarme con el rescate para poder rellenar mis arcas vacías. El héroe que solté se marchó de buen humor, prometiendo que nos volveríamos a ver, a lo cual yo contesté que me parecía estupendo, ya que seguramente iba a necesitar más dinero.

Llegué a un pueblo cerca del mar y lo capturé tras una complicada batalla. Allí capturé a otro héroe, pero este se pasó a mi bando. Ahora que ya tenía alguien en quien confiar, tome la difícil decisión de dividir mis ejércitos en dos, enviando a la mitad con él. Compré unos barcos, y mi Nereo se llevó a sus fuerzas a lejanas tierras, explorando muchos y maravillosos territorios. Recibí información de el y así pude hacer un mapa de todo aquello que pensé que era mío. Desafortunadamente, mi héroe se encontró con un mago que le destruyó a él y a mi ejército.

Luego vinieron días oscuros y difíciles. El gran príncipe de otro reino envió un potente ejército contra mi capital, que como recordarás, lleva tu nombre.

Siento tener que decirte que la pequeña guarnición que dejé allí fue destrozada y la cuidad tomada. Esto mecreó grandes dificultades puesto que una de mis principales fuentes de ingreso me estaba vetada. Me obligó a volver a casa, llevando a mis menguadas fuerzas, a reconquistar el pueblo. Lo logré, pero entonces perdí también los demás pueblos que tenía.

Ragnar, estoy luchando una difícil batalla, y no me has ayudado nada. Veinte ó treinta mil de oro serían de gran ayuda ahora mismo si quieres que el reino siga llevando tu nombre.
Por cierto, pregúntale a Ewine sobre el buen rato que pasamos ella y yo y que ambos recordamos como la “noche de locura”