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Historias Del Inframante

Bienvenidos, consejeros de las sombras.



Cuando pregunté sobre cuál debería ser el tema de mis próximas historias, no esperé que tantos de vosotros estuvierais familiarizado con el Nigromante Sandro, y que os gustaría oír algo más sobre él.



La manera en la que Sandro y su orden permanecen envueltos en misterio podría orgullecernos incluso a nosotros, los Sin Rostro, si sus herramientas no fueran el poder del Vacío, la magia de negación y la existencia en sí misma. De hecho, mientras algunos se refieren a los poderes nigrománticos como poderes de la “magia del vacío”, es una idea equivocada. Los nigromantes apelan al vacío que antedata toda creación, incluyendo lo que nosotros llamamos magia.



Aquellos que han conocido al Nigromante (y retienen sus recuerdos de ese encuentro), le describen como tranquilo, ingenioso y de buenas maneras, una personalidad encantadora que contrasta totalmente con su macabra y esquelética apariencia. Alternativamente, aquellos que han luchado contra él (y han vivido para contarlo), le describen como rudo, cruel, paranoico y, por supuesto, extremadamente manipulativo.



Cómo Sandro por sí mismo ha conseguido no ser consumido por el vacío y regresar a la nada es uno de los muchos enigmas que rodean al auto proclamado “Gran Lich”. Esta historia de su vida esta llena de suposiciones, agujeros y contradicciones, y debería ser considerada poco fiable.



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Según entiendo, antes de que hubiera un Nigromante llamado Sandro, había un hombre de carne y hueso llamado Alejandro dela Segadora.



Alejandro nació en el año 444 YSD, y fue uno de los hijos de Vidal dela Seadora, un conde del ducado del Toro, y su cuarta esposa. A pesar de tener numerosas hijas, el conde sólo concibió un hijo. Pero desde el principio, la sombra de la muerte colgaba sobre el muchacho. La condesa murió dando a luz, y al principio parecía que el bebé estaba natimuerto. Sin embargo, el infante milagrosamente volvió a la vida a los pocos momentos, dejando a su afligido padre creer que Elrath había escuchado sus plegarias.



En edad de crecimiento, Alejandro fue un extraño y precoz hijo. A su temprana edad, ya sabía cómo leer y escribir, mostrando una gran inteligencia- a veces inquietante. No se llevaba bien con sus hermanas mayores muy bien, excepto una, Alma, quien compartió su amor por los libros. Según algunas fuentes, también tenía un profundo disgusto recíproco con la nueva esposa de su padre.



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Con el tiempo, su padre empezó a preocuparse por Alejandro. No sólo su hijo parecía desinteresado por la caza, la lucha, y el guerrilleo; sino la manera en la que contaba historias de extraños lugares y épocas “como si hubiera estado ahí” inquitaba a Vidal. Al pricipio, el conde pensó que lo que su hijo había hecho con lo libros era leer y consederarlos como un sigo de hyperactiva imaginación. Pero era obvio que el chico era mucho más maduro de lo que él debería haber sido a su edad.



Con el tiempo, Vidal pidió a un sacerdote de Elrath que viera al chico. El sacerdote explicó que Alejandro poseía un extraño poder: debido a su primera-cercana experiencia con la muerte en su nacimiento, él había retenido una fuerte conexión con el mundo de los espíritus y obtuvo la habilidad "natural" de viajar a este plano alternativo durante su sueño. El clérigo aconsejó enviar a Alejandro al seminario donde podría convertirse en un gran sacerdote de la luz.



Éso no funcionó bien. Aljeandro estaba siempre debatiendo con sus profesores, siempre cuestionando su fe y creencias con sentido común y simple lógica. Los sacerdotes empezaron a temer que su insolencia contagiase a los otros estudiantes. Intentaron aislarlo, a castigarlo, a romperlo físicamente y mentalmente, para que admitiera la grandeza de Elrath. Alejandro sólo reía, afirmando que eran una panda de ignorantes, tontos siguiente ciegamente las leyes dictadas por los Ángeles. Una noche encontraron su celda vacía: Alejandro había escapado.



Ahí es donde Alejandro dela Segadora desapareció de la historia. Unos pocos años más tarde, uno puede encontrar las primeras vagas menciones a un desfigurado Nigromante llamado “Sandro” entre los discípulos mas cercanos de Belketh. ES de mi entendimiento que Alejandro y Sandro son uno y lo mismo, aunque no pude encontrar mucha información en referencia a su llegada a las Siete Ciudades y cómo se unió a la Casa Eterna. Pero incluso el vacío no puede borrar todo, especialmente para un Sin Rostro. Encontrar secretos es, después de todo, uno de los mandatos de Malassa.



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Parece que durante su tiempo en las Siete Ciudades Sandro se volvió rebelando cada vez más contra los Dioses Dragón, y le molestó la transformación de la Casa Eterna al Culto de la Araña. Habiendo tenido visiones de otros mundos y nunca dudando de sus realidades, empezó a creer que Ashan era de hecho una prisión, construida para retener almas para la eternidad, muy parecido a Sheogh con los demonios. Sandro vió a los Dioses Dragón como poco más que parásitos, sustentándose ellos mismos con las almas mortales y fe. Sandro creyó que la No Muerte era el primer paso para escapar de la prisión de este ciclo, pero se negó a beber del veneno de las Namtarus, las arañas sagradas, ya que temía volver a convertirse una marioneta de Asha,



Como resultado, Sandro volvió al Vacío, más antiguo que los dragones, que él consideraba una mejor fuente de poder... y más peligrosa. Se cree que es su intromisión con el Vacío lo que causó su apariencia actual, y que Sandro sólo "sobrevivió" atando su alma a sus propios huesos. Qué de verdad tiene esta historia... es algo que lo dejo a tu elección.



Aparentando obediencia a Asha, Sandro empezó a trabajar detrás de las escenas para tomar el control del Culto de la Araña. Pero su golpe maestro se vio frustrado por Vein, quien había sido una vez su mejor amigo, y había sospechado del comportamiento de Sandro, especialmente a luz de una profecía de la Madre Namtaru. Arrestado, Sandro fue llevado a juicio, mientras sus discípulos y compañeros fueron ejecutados. Por respeto al único que había estado a su lado desde el principio, Belketh pidió clemencia para Sandro. Condenado al exilio, Sandro desapareció de las Siete Ciudades. Sólo reapareció cuatro décadas más tarde.



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No es conocido con certeza lo que hizo durante ese tiempo, pero no estaba inactivo. Algunos afirman que viajó por todo el mundo, estudiando antiguas ruinas Shantiri y viajando a tierras lejanas y continentes perdidos. Más importante, encontró la manera de adquirir la Máscara de la Cara Falsa, un antiguo artefacto que le permitió cambiar su apariencia a su antojo, como hacemos los Sin Rostro. Algunos le atan a él o a sus seguidores con el robo del Trono de Renewal, el incidente de las Cinco Torres e incluso lo que ocurrió con Shanriya alrededor del 570 YSD. El hecho de que bastantes de estos eventos existieron, sin nadie para contar con claridad lo que realmente sucedió, nos da una pista de que el poder del Vacío ha tomado parte de ese evento, incluso si Sandro no estuviera involucrado en persona.



Todos estos años deambulando había incrementado el propósito de Sandro: con el poder del Vacío, podría "liberar" a las gentes de Ashan de sus Dioses Dragón una vez por todas, permitiendo a sus almas ascender a lo más alto, al más puro estado, conviertiéndose esencialmente en dioses ellos mismos. Por supuesto, éso asumiento que todo continuaría existiendo si Ashan volviera al Vacío, que, en sí mismo, no es ni un salto de fe ni un peligro insano.



Con su nueva fundada Orden del Vacío, Sandro ya ha intentado bastantes veces poner su plan en acción, aunque afortunadamente esos intentos fueron frustados todas las veces. Como era de esperar, sus objetivos habían sido la Madre Namtaru y Elrath. Hay algunos que afirman que estuvo involucrado de alguna manera con los ataques contra los Caballeros Dragón y sus Casas Ocultas durante el Tercer Eclipse.



La misma gente incluso dicen que Sandro fue asesinado en la batalla, pero yo no contaría con eso. Puede que le tome un año, una década o un siglo; pero con el tiempo Sandro volverá... y entonces, la propia existencia de Ashan y sus gentes estará otra vez en serio peligro.



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